Hace cuatro meses que escribí la últina entrada, y aunque parezca increíble, me han pasado cosas que dificilmente olvidaré.
Una de ellas, tal vez la más importante, fué que terminé con mi amante Victor y me sentía morir de desesperación. Pero no por la falta de sexo, al que soy adicta, sino por las implicaciones emocionales que eso conllevó, aunque poco tiempo.
Después de ese tremendo paso, me "deschongué" como decimos por acá, o sea, me solté el pelo y practicamente caí una vez más en la promiscuidad a la que había renunciado en aras del "amor" de Victor.
Me dediqué a buscar hombres que satisfacieran mi libido desatada más que nada por la venganza.
¿El motivo por el que terminé con Victor?, una tontería de celos de su parte, que me tomó en mal momento y que ahorita no quiero comentar.
A través de viejas amigas travestís como yo, me dediqué a reclutar compañeros sexuales y convoqué a una fiesta (orgía) en una casa de campo que me prestó un amigo hetero que tengo pero que sabe de mis aficiones.
A pocos kilómetros de esta ciudad, llegamos dos amigas travestís y cinco "sementales" contratados a través de los servicios de escorts que hay en esta ciudad.
Durante el trayecto de 30 minutos realizado en una van que alquilé, mis amigas se fueron vistiendo y medio maquillando y en cuanto llegamos, yo me metí a la recámara principal y me vestí (o mejor dicho: me desvestí) y me puse un babydoll y unas medias largas negras y zapatillas de tacón alto.
Me apliqué poco maquillaje y mucho labial rojo intenso y una peluca roja.
Cuando entré a la sala ya estaban mis amigas mamandoles la verga a todos los muchachos, que se encontraban totalmente desnudos. Para esto ya habían encendido fuego en la chimenea pues la casita de campo se encuentra en la sierra al poniente del estado, y estaba algo frío el ambiente.
Yo me serví una copa de vino blanco y me senté en un sillón a contemplar el amable espectáculo que me brindaba ese hermoso grupo.
Había un muchacho como de veinte años con una figura muy atlética y unos atributos bastante proporcionados que me llamó de inmediato la atención.
Como anfitriona pues me correspondía elegir para mí lo que quisiera y así lo hice saber.
Claudia que se encontraba mamándole la verga en ese momento, se molestó un poco, pero de inmediato fué atendida por otro semental que no desmerecía en tamaño ni en galanura.
Se acercó a mi el elegido con la verga aún húmeda de la boca de Claudia y como ella y yo somos amigas del alma, sin ningún recato me metí la enorme verga en la boca y con una mano acaricié esos enormes testículos que colgaban y atraían mis miradas.
Como me considero una experimentada felatríz, el semental no tardó en tomarme de la cabeza y hacerme que se la chupara en toda su extensión.
Sobreexitado, la sacó de su cálido y húmedo estuche y me obligó a presentarle otro no menos cálido pero algo mas seco.
Abrió con las manos mis glúteos y aplicó su lengua en mi fruncido culo y penetró lo más que pudo, aplicándome así un mucho de su lubricante natural (saliva), preparando ese reducto para un ataque más duro y violento.
Sentí cómo su larga y gruesa verga se paseaba entre mis nalgas, toqueteando mi culo y haciéndome respingar para tratar de que YA me penetrara.
Ya rugía, gemía, gritaba, exigía que me la metiera, pero como profesional que es, sabía que dilatar al máximo el gozo, lo haría más deseable, y me negaba esa satisfacción.
Dejó de moverse y apuntando el grueso glande a la entrada de mi ansioso culo, se recargó en mi espalda y tomándome de los hombros empujó...
¡AAAYYYY! me hizo gritar no tanto por el dolor, sino por la ansiedad que en ese momento llegaba a su clímax.
La introducción fué lenta, suave. Casi una caricia. Sin mucho dolor y sí con mucha fuerza.
Me sentí empalada, a pesar de mi muy larga experiencia y de haber recibido en mi culo muchas vergas y de grandes tamaños, pero en ese momento era tanta mi ansiedad porque me cogieran, que esa la sentí como si fuera la primera.
No me había dado cuenta de que todos los presentes se habían reunido al rededor nuestro y que los otros sementales estaban masturbándose y Claudia y Cristy se estaban besando apasionadamente.
Al ver a los sementales con sus vergas en ristre y completamente erectas, no pude aguantar las ganas y les pedí que se me acercaran para mamárselas.
Si alguna vez Alguno de mis lectores o lectoras ha estado en esta situación, sabrén que no hay mayor deleite que sentir una enorme verga en tus entrañas y tener a tu disposición otras cuatro (de hecho seis con las Cristy y Claudia), y poder mamáselas y acariciarlas.
Total que me desenfrené y ya alocada, no me importó ni supe que estaba haciendo. Solo quería sentir placer y más placer.
Mi boca y mi culo no se daban a basto para recibir las vergas de todos.
Sentía mi culo anegado de semen y mi boca rebalsaba semen y más semen. Mi cuerpo entero estaba cubierto de semen.
No supe quien ni cuantas veces me cogieron. No supe de quien ni cuantas veces (o litros) llenaron mi boca de semen. No supe si me quedé dormida o me desmayé por exceso de placer.
Estaba ebria de lujuria, perdida de placer, llena de sexos.
Me despertó Claudia y me dió a tomar un poco de vino. Los demás, menos ella y Cristy se habían ido. Le pregunté que había pasado y me contestó que había actuado yo como una verdadera bacante. Dejándome coger por dos de los escort simultáneamente y mamándoles la verga a los otros dos (el otro atendía a Claudia y a Cristy). Que en un arrebato de lujuria me metí una botella por el ano y quería que me metiran la verga los muchachos.
En fin, que estaba como loca.
poco a poco fui recordando y mi cuerpo también se encargó de recordármelo, pues me estaban doliendo todos y cada uno de mis músculos; no se diga del esfínter, que me volvió a sangrar.
Esta de una forma u otra, fue mi venganza de Victor, pero como soy una puta muy sentimental, le hablé por teléfono a los dos días de esto y le rogué que me perdonara, que deseaba ( si, DESEABA) verlo otra vez.
Pero ese re-encuentro se los platicaré en otra entrada.
Bye.
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